martes, 14 de julio de 2009

Sin titulo

No puedo dormir.
Estoy envuelto en este baile de euforia otra vez.
4 a.m.
Tres horas dando vueltas en mi cama, tomando notas esporádicamente en el cuaderno que tengo colocado en el piso.
Este cuaderno había sido comprado exclusivamente para hacer bocetos, dibujos de práctica para poder dominar la figura humana en su complejidad, Pero en realidad quedo relegado a ser tan solo un cuaderno de apuntes, uno más de la miríada de cuadernos de apuntes que tengo, de los cuales solo llego a utilizar unas cuantas hojas hasta conseguir uno nuevo. Eso si, trato de llenar cada hoja con ideas que creo que son innovadoras y también de planes de terrorismo poético. Pero en general, en las hojas solo escribo mierda sin sentido, nada más balbuceos, como las últimas palabras de Dutch Schultz.

Junto al cuaderno tengo un lápiz afilado y un borrador. Siempre cercanos a mi cama, listos para escribir los pensamientos furtivos que me atacan a estas altas horas de la noche, en la oscuridad de mi cuarto.
Escribo sin ver la hoja, pues no he encendido las luces para no despertar a nadie en mi casa. Puedo sentir la fricción entre el lápiz y el papel, lo cual me garantiza que algo esta siendo plasmado. Al escribir de esta forma, me doy cuenta de cuan abstractas son en realidad las palabras.

Después de escribir con dificultad por un tiempo, decido encender mi computador y escribir.
Me dispongo a recolectar todas mis notas en un escrito corto y publicarlo en mi blog.
Mantengo las luces apagadas, por lo que el conectar el computador al tomacorriente ha sido difícil. Busco por la pared que esta junto a la cabecera de mi cama, utilizando tan solo mis manos, hasta por fin encontrarlo.

Te extraño.
El narrar todo lo anterior fue para mí un preámbulo tortuoso.
Tenía que escribirlo:
Te extraño.
Ahora son las 5 a.m.